Justo la tarde empezaba a caer, el sol ocultandose en el horizonte y dejando sentir el frio de la noche, losluceros asomándose poco a poco, cuales destellos, mientras el cielo obscurecía, el sonido de los pajaros acrecia,ellos sentados ahí, enmedio del bosque, sobre la sabana y una rosa como únicos testigos, ambos mirándose a los ojos, tratando de descifrar lo que ahi ocurriría, era el momento perfecto para decirse lo que por tiempo habian callado, frente a esta romántica escena, un lago con aguas tan cristalinas, que sus cuerpos podrían reflejarse en ellas, y el silencio de aquel bosque era la música perfecta para esa ocasión.
Cuando ella alzó su copa, su mano comenzó a temblar, su voz se cortaba y en su mirada reflejaba un brilloespecial, no sabía lo que estaba a punto de ocurrir. Él, tan seguro de sí mísmo, levantó su copa y mirándola a losojos brindó por aquel mágico momento, ese lugar perfecto, donde solo ellos podrían ser los únicos protagonistas,ese instante tan suyo, donde el amor comenzaba a adueñarse de sus almas. Mirándola siempre con ternura ypasión brindo por ella, por tenerla ahí, por haber aceptado esa salida tan única e irrepetible, brindo por lo queestaba a punto de ocurrir.
Cuando se veía dispuesto a pedirle aceptara ser el amor de su vida, ella se adelantó y poco a poco fue acercando su boca a la suya y tocó su cara mientras su mirada recorría su rostro, rozó sus labios para después besarlos, haciéndole sentir que era suya y en ese beso ella demostró todo el amor que por mucho tiempo ocultó,pero también demostrándole que estaba ahí, dispuesta a entregarse a él que aún sin conocerlo sabía que existíay sabia que llegaría y sería así justo como ella lo había soñado.
Autores:
Eduardo Cortés Romero y María del Carmen Cortés Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario